abril 17, 2024

Coronavirus: la «juerga» de los famosos en Australia que enfurece a los ciudadanos

Todo comenzó con la llegada del actor Zac Efron. Le siguió Mark Wahlberg, luego Matt Damon y decenas de otras celebridades que hicieron de Australia su casa durante la pandemia.

Más recientemente, llegó Julia Roberts. Tiene previsto filmar una película con George Clooney a finales de este año, Ticket to Paradise.

En medio de la pandemia de covid-19, parece que la mitad de Hollywood se ha mudado a ese país al que ven como un lugar idílico libre de coronavirus.

La vida es buena, pues se ha eliminado en gran medida al virus: la gente disfruta libremente de las playas, los bares y los clubes nocturnos.

También muchos actores han llegado para trabajar, pues el gobierno australiano ha atraído grandes producciones, como la próxima película de Thor, mediante incentivos fiscales.

Es por ello que las celebridades se ven por las calles, particularmente en Sídney: Idris Elba fue visto en el escenario de un concierto; Natalie Portman comprando en Bondi; Chris Pratt de fiesta en un hotel; y Zack Efron almorzando en un restaurante de barbacoa coreana en el Barrio Chino.

La lista de visitantes también incluye a Awkwafina, Ed Sheeran, Jane Seymour, Melissa McCarthy, Michelle Ye, Paul Mescal, Rita Ora, Ron Howard, Taika Waititi, Tessa Thompson, Tilda Swinton y Tom Hanks.

También están las estrellas australianas que han vuelto a casa: Nicole Kidman, Keith Urban, Kylie y Danni Minogue, Rose Byrne, Isla Fisher y su esposo, Sacha Baron Cohen.

«Lo llaman Aussiewood», dijo un reportero de entretenimiento local a la BBC.

Pero no todo el mundo está contento con la presencia de los famosos.

Un año después de que Australia cerrara sus fronteras, todavía hay al menos 40.000 australianos varados en el extranjero.

Muchos dicen que se les ha impedido regresar a casa. Un grupo ha presentado una demanda de derechos humanos ante Naciones Unidas.

«Ningún otro país ha impedido el regreso de sus ciudadanos de esta manera», dice Sabrina Tiasha, quien llegó a casa desde Reino Unido el mes pasado.

¿Por qué está pasando esto?

Las restricciones fronterizas de Australia les han quitado a muchos ciudadanos el derecho de volar a casa.

El año pasado, el gobierno impuso un «límite de viaje» para las llegadas internacionales, con el objetivo de reducir el riesgo de brotes de coronavirus.

Eso implica que los vuelos a Australia, en muchos casos, se reducen a solo 40 pasajeros. El límite ha aumentado los costos de los pasajes y ha llevado a las aerolíneas a priorizar los asientos de primera clase.

Por ejemplo, los vuelos de Reino Unido a Australia pueden costar entre US$2.300 y US$11.400, lo que obliga a muchos a echar mano de sus ahorros e incluso de sus fondos de pensiones.

También está la tarifa de hotel para realizar la cuarentena obligatoria cuando llegan: US$2.300 por persona.

Es raro encontrar una tarifa aérea como las que había antes de la pandemia. E incluso las personas que consiguen un boleto, pueden quedarse sin viajar si el vuelo fue sobrevendido.

«Esto es lo que puedo decirles de manera concluyente después de seis meses: no hay ningún sistema», dice Tiasha. «No hay forma de que realmente puedas averiguar qué va a pasar o programar un vuelo».

El gobierno dice que ha organizado más de 100 vuelos de repatriación, incluidos 20 este año.

Pero con decenas de miles de australianos que aún no pueden regresar a casa, ha aumentado el enfado por la falta de apoyo del gobierno.

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