abril 25, 2024

Cuál es el secreto del triunfo del ta-ta-ta-TAAA de la 5ª Sinfonía de Beethoven

Bienvenido a Viena, 22 de diciembre de 1808. Estamos en el Theater an der Wien; la sala de conciertos está helada y ya llevas dos horas en una función que durará cuatro, escuchando música que la orquesta no está interpretando bien.

Los músicos se preparan para ejecutar una pieza nueva que sólo han ensayado una vez bajo la batuta de un compositor que no les simpatiza mucho.

Pero lo que el público está a punto de escuchar va a cambiar la manera en la que se piensa en la música para siempre.

¡SOL SOL SOL MIIII!

O, en otras palabras, ¡TA TA TA TAAAA!

4 notas, que son como una bofetada en la cara, seguidas por otro ta ta ta Taaaa igual de poderoso.

Tras ese golpe inicial, continúa un asalto total, martillando esas cuatro notas sin tregua.

Y cuando llega lo que se parece a una melodía (el segundo movimiento), comenzando con los violines, vuelven a entrar inmediatamente, deslizándose en el fondo.

De hecho, toda la Sinfonía No. 5 en Do menor de Ludwig van Beethoven, op. 67, está infectada con esas cuatro notas, que regresan de una forma u otra en los otros movimientos

El concierto de esa noche en Viena no fue, según se reportó, muy bueno, y un periódico escribió que «la ejecución podría considerarse carente en todos los aspectos».

Quizás había que darle tiempo. Después de todo, la música del compositor alemán «era muy escandalosa, hizo cosas que nadie más se había atrevido a hacer antes», le dijo a Rachel Parris de BBC Radio 3 la trompista de la Filarmónica de Berlín y presentadora de programas de música clásica Sarah Willis.

Pero si en la noche de su estreno no tuvo mucho impacto, lo ha compensado con creces desde entonces: el inicio de la 5ª Sinfonía es el fragmento sinfónico más conocido del mundo y esas primeras cuatro notas han desafiado a los músicos, inspirado a los artistas y hasta logrado que los críticos cambiaran de opinión.

Dos años más tarde, el crítico (y otras cosas) alemán E. T. A. Hoffmann elogió a Beethoven diciendo que era una pieza que «abre el reino de lo colosal e inconmensurable… evoca terror, espanto, horror y dolor, y despierta ese anhelo interminable que es la esencia del romanticismo«.

¡Escuchen!

«Generalmente las sinfonías empiezan con una sección lenta, un adagio agradable, que se mueve en una sección más rápida en el primer movimiento, pero Beethoven no se puso en esas sino que nos dijo exactamente lo que tenía que decirnos: ¡ta ta ta Taaa!»

¿Será que el secreto de su encanto radica en que realmente está tratando de decir algo?

«No soy músico, así que lo interpreto de una manera diferente», adivirtió el director de cine Ken Loach, para quien esa apertura «es como un desafío o advertencia y hay una sensación de que esto es serio, es una amenaza existencial o peligro o interrogante o contradicción y el resultado no está asegurado».

Es dramática, y el mejor drama te atrae porque estás desesperado por descubrir cómo termina.

¡Revolución!

Beethoven ciertamente vivió en tiempos dramáticos y el prominente director de orquesta John Eliot Gardiner dice que no sólo puedes escuchar el frenesí de la época en su música, sino además las ideas del compositor.

«Creo que realmente estaba tratando de transmitir sus creencias políticas profundamente arraigadas.

«Sus opiniones cambiaban pero el momento particular en que escribió la Sinfonía, a principios de 1800, estaba completamente bajo el hechizo de la Revolución Francesa e incluso contempló mudarse de Bonn y Viena a París».

Beethoven era un gran creyente en los ideales de la Revolución Francesa, la libertad, la igualdad y la fraternidad. En 1804 le dedicó su 3ª Sinfonía a Napoleón, pero retiró esa dedicación después de que Napoleón se declarara emperador de Francia, pues no era acorde con sus ideales.

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