abril 23, 2024

El auge y caída de la esposa del Chapo Guzmán

Emma Coronel Aispuro tuvo una vida glamorosa en Nueva York, donde disfrutó de los beneficios de su matrimonio con el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, también conocido como El Chapo. Luego fue arrestada y encarcelada en Virginia.

¿Qué pasó con la reina del mundo de los carteles de la droga?

Las ventanas del Centro de Detención de Adultos William Truesdale en Alexandria son tablillas rectangulares insertadas a lo largo en un ladrillo rojo.

Ahí es donde Emma Coronel Aispuro fue recluida en confinamiento solitario, en una celda diminuta.

En el interior de esa cárcel, dice su abogada Mariel Colón Miro, lee novelas «románticas» para pasar el tiempo.

Las condiciones son un marcado contraste con la vida que alguna vez tuvo.

Hace unos meses, tenía planes de lanzar una línea de ropa, «El Chapo Guzmán». La pareja tiene estatus de ícono en México y la hija del narcotraficante también ha hecho una incursión en la moda usando su nombre.

Cuando hablé con ella en Nueva York durante el juicio de su esposo en 2019, llevaba joyas y un reloj caro.

Luego, a principios de este año, Coronel, de 31 años, fue arrestada en el Aeropuerto Internacional Dulles en Virginia y acusada de ayudar a su esposo narcotraficante a dirigir el notorio cartel de Sinaloa.

Guzmán, de 64 años, fue condenado a cadena perpetua y recluido en una prisión de máxima seguridad en Colorado.

Funcionarios del FBI dijeron que Coronel conspiró para distribuir cocaína y ayudó a planificar la fuga de su esposo de una prisión mexicana en 2015.

No se ha fijado una fecha para el juicio. Si la declaran culpable, podrían enviarla a prisión de por vida.

Su historia es individual, con un marido infiel, una amante y una empresa criminal.

Pero arroja luz sobre el mundo secreto de los cárteles de la droga y las mujeres que lo habitan.

Dejando de lado la cuestión de la culpabilidad o la inocencia, los analistas que estudian el mundo del narcotráfico dicen que Coronel se forjó un papel inusual.

Era una figura pública, empresaria y supervisora, que ayudaba a controlar quién tenía acceso a su esposo mientras él dirigía el cartel.

Tradicionalmente, las esposas de los narcotraficantes son vistas como «muy sexuales» y «no interventoras», dice Cecilia Farfán-Méndez, académica de la Universidad de California en San Diego.

Coronel fue diferente, afirma. «Demostró que las mujeres pueden ocupar puestos de poder».

Y ejercer poder en un cartel de la droga es una empresa arriesgada.

Derek Maltz, el exagente especial de la administración antidrogas de Estados Unidos, señala que «cuando estás en este negocio, o te atraparán o te matarán».

Coronel mostró su «buena cara» con sus planes para una empresa de moda, pero los investigadores federales estaban detrás de ella.

«El mundo se colpsaba a su alrededor, los muros se estaban derrumbando», señala Maltz.

Secuestros y asesinatos

Coronel solía cenar lechuga iceberg, picada, en el Tribunal de Distrito Federal en Brooklyn, durante el juicio de su marido.

Se sentaba con amigos en la cafetería, bromeando sobre las madres y cómo tratar con ellas.

«Tiene una gran personalidad», afirma Miro, su abogado. «La Emma que conozco está llena de energía, siempre sonriendo».

Coronel, ciudadana de México y Estados Unidos, conoció a Guzmán cuando tenía 17 años. Se casaron poco después.

Tienen dos hijos, Maria Joaquina y Emali. Durante el juicio de su esposo, Coronel estuvo sentada en la sala del tribunal casi todos los días.

Durante los descansos, traqueteaba con tacones de aguja a lo largo de los pasillos de mármol.

«Una diva de Sinaloa», indica Romain Le Cour Grandmaison, un analista de seguridad con sede en París que ha pasado un tiempo en México estudiando los cárteles.

Con lápiz labial rojo, diamantes y jeans ajustados, encarnaba la imagen popular de una «buchona», las parejas amorosas de un narco.

Guadalupe Correa-Cabrera de la Universidad George Mason ha realizado investigaciones en Sinaloa, México, donde opera el cartel del Chapo.

Ella define así el término buchona: «Llevan ropa muy cara, carteras Louis Vuitton. Todo es una exageración, y ella es una representación perfecta de esa imagen. Se trata de la apariencia, la cirugía plástica».

Uno de sus rasgos más llamativos, señaló Correa-Cabrera, es su «trasero», al que describe como «extremadamente curvilíneo».

Su imagen glamorosa contrastaba con la cruda realidad de las operaciones del cartel del Chapo.

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