Roger González
Periodista y diplomático
Solo puedo escribir, solo puedo ver, conmoverme y afligirme ante la impotencia que sobrepasa mi ser por la inoperancia de algunos organismos internacionales, potencias mundiales y líderes políticos poderosos que con un poco de buena voluntad pueden cambiar el destino de los niños gazatíes.
Ayer, sentado en una mesa de un centro comercial de la ciudad de Kingston, mientras hacía algo de tiempo antes de ir a una Misa de Acción de Gracias que celebraba la Asunción de la Virgen María, una noticia se robó mi atención y por minutos mi corazón se quebrantó al ver las dantescas imágenes que trasmitia CNN sobre la situación en Gaza, en la interminable guerra entre israelíes y palestinos.
No soy quien para juzgar, ni tampoco para determinar qué bando tiene razón y cuál no. Lo cierto es que ya hay demasiada sangre derramada, sangre inocente de bando y bando. Esta sinrazón ya no puede seguir, ya basta de tanto sufrimiento, ya basta de tantas muertes.
¿Cómo es posible que no se llegue a un acuerdo de alto al fuego inmediato o es que acaso no vemos otro holocausto a la vista?
Cada vida perdida importa, sea judío o palestino, sea ucraniano o ruso, sea estadounidense o iraní. Para mí todas las vidas son valiosas y más cuando esa sangre es inocente.
Unos 40 mil palestinos y cerca de 3 mil israelíes muertos, no sé cuántos libaneses, yemeníes, sirios, iraquies, etc. más… la verdad no lo sé.
Hoy, ver el llanto de tantos padres, madres, niños y niñas quemados, triturados por los escombros, llenos de cenizas, cemento y fragmentos de metrallas de las bombas es inaceptable y no tiene justificación alguna, como tampoco la tuvo el ataque de Hamás a Israel el 7 de octubre del 2023. Es condenable desde todo punto vista. En la guerra nunca hay victorias y muchos menos vencedores, al final la humanidad es la gran perdedora.
Hace unos años visité el Centro de Exterminio Nazi, en Auschwitz-Birkenau, y pude palpar con estupor los grandes crímenes de lesa humanidad que se cometieron en esos terroríficos lugares, escondidos durante el ascenso y reinado del Tercer Reich de Adolfo Hilter y luego liberado por el ejército rojo de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y otras potencias.
En ese momento publique este escrito: https://acorrercontodo.blogspot.com/2023/05/el-simbolo-del-holocausto-visitar.html?m=1
Sin embargo, los pueblos que no conocen su historia, como decía el escritor español George Santayana, corren el grave peligro de repetirla y hoy es un claro ejemplo de que la estamos volviendo a vivir explotada por los grandes medios y las redes sociales. Ahora no hay excusas para detener esta barbarie, que de alguna manera nos coloca como los seres más violentos y destructivos que haya conocido el universo y solo le pido a Dios que tenga Misericordia de nosotros, aunque no la merecemos.
