marzo 28, 2024

Los fascinantes hallazgos sobre el microbioma humano de una bióloga venezolana que estudia comunidades remotas de Sudamérica

Hace 25 años, la microbióloga caraqueña María Gloria Domínguez Bello comenzó a hacer estudios con comunidades indígenas.

La experiencia ha sido muy reveladora. Y no sólo en términos científicos.

Al hablar sobre sus incursiones en la selva sudamericana es evidente su entusiasmo y su agradecimiento con las poblaciones que le han permitido a ella y a sus colegas entrar para conocer cómo viven.

«Tenemos mucho que aprender de ellos«, dice con admiración.

El primer día se concentraron en la presentación formal del equipo de investigadores ante los líderes y la comunidad, quienes habían aprobado su llegada con anticipación, y en comunicarles su objetivo.

«Ellos están familiarizados con los gusanos intestinales, algunos de los cuales son visibles. Les explicamos que hay una vida diminuta más pequeña que los gusanos: microbios en español y portugués, en el intestino, la boca, la piel, la vagina, unos pocos dañinos, pero en su mayoría buenos y que todavía no entendemos su función».

«Les hacemos saber que los pueblos tradicionales como ellos parecen tener un conjunto de microbios más diverso que el nuestro y que queremos entender por qué«.

El fascinante recorrido en busca de esa explicación se lo contó a BBC Mundo.

A la caza de microbios

El dilema entre estudiar medicina o biología no duró mucho: para estudiar la primera carrera en la Universidad Central de Venezuela había que esperar un año, mientras que la segunda, la podía comenzar de inmediato en la Universidad Simón Bolívar.

Domínguez no quiso esperar y con el tiempo quedó cautivada con el microbioma o microbiota, que son los microorganismos que viven en el cuerpo humano.

Hizo una maestría en nutrición y un doctorado en microbiología en la Universidad de Aberdeen, en Escocia.

Trabajó en el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas desde 1990 hasta el 2002, año en que partió hacia la Universidad de Puerto Rico para enseñar.

En 2012, decidió irse a Estados Unidos, donde vive. Ejerce como profesora de bioquímica y microbiología de la Universidad Rutgers.

Allí, lidera el laboratorio que lleva su nombre y que se enfoca en la evolución conjunta de la microbiota y el huésped, y el impacto en esa dinámica de las prácticas del estilo de vida occidental.

«La búsqueda de microbios me ha llevado a viajes a través de los intestinos de roedores, rumiantes, pájaros y humanos, a través de sabanas y selvas en América del Sur y, más recientemente, en África», contó en el artículo de Cell, que tituló: A Microbial Anthropologist in the Jungle (Una antropóloga microbiana en la selva).

Y es que, según le explica a BBC Mundo, su enfoque como microbióloga de poblaciones humanas ha sido muy antropológico.

«Mucho más que estudiar enfermedades, las preguntas que me hago son: ¿por qué tenemos esto? ¿de dónde vino esto? ¿cuándo adquirimos esta simbiosis?»

Uno de sus proyectos de investigación está enfocado en el microbioma de pueblos aislados. Estudia microbiotas que no han sido afectadas por factores como los antibióticos, las cesáreas o el exceso de limpieza.

La naturaleza es la que provee

Su carrera como investigadora comenzó en 1982, cuando era universitaria en Venezuela.

En ese país ha estudiado diferentes comunidades indígenas como los piaroaslos guahibos, los yekwanas, los waraos y los yanomamis.

«Los primeros estudios fueron nutricionales y los hicimos en colaboración con antropólogos», cuenta.

«Estudiábamos poblaciones de diferentes etnias cerca de Puerto Ayacucho, la capital del estado Amazonas, en Venezuela».

El interés inicial era comprender su dieta, pero pronto surgió otro: «¿Cómo es posible que estas personas tengan tantos parásitos y sean asintomáticos?»

Así, cuenta, comenzó a cuestionarse: «¿No será qué evolucionamos para tener parásitos y cuando se salen de control nos enfermamos?»

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