mayo 2, 2024

Albert Einstein: ¿quiénes fueron sus hijos y qué pasó con ellos?

«Creo que a Einstein le fue difícil sobrellevar el trastorno mental de su hijo», dice Ze’ev Rosenkranz, editor y subdirector de Einstein Papers Project.

Eduard o «Tete», como le decían cariñosamente, fue el hijo menor de Albert Einstein.

Aunque de niño tuvo problemas de salud, en parte relacionados con los pulmones, el trastorno mental se manifestaría en su adultez.

«Tuvo una vida muy trágica», le indica el experto a BBC Mundo.

Junto a su primera esposa, Mileva Maric, el físico tuvo dos hijos más.

El destino de la primera es un misterio que muchos han tratado de develar, mientras que el segundo se consagró por mérito propio.

«Lo que hacía a mi padre extraordinario, creo, era la tenacidad con la que se dedicaba a algunos problemas, aun luego de toparse con una solución errada. Siempre volvía a intentarlo, y una vez más», dijo Hans Albert, uno de ellos.

«Probablemente el único proyecto al que renunció fui yo. Trató de aconsejarme, pero pronto descubrió que yo era demasiado terco y que perdía su tiempo».

Lieserl, la primogénita

La primera hija de Einstein nació en 1902.

«En realidad no sabemos qué le pasó después de los dos años», señala Rosenkranz. «Se pierde en la historia».

Y eso ha generado especulaciones.

«Puede ser que la hayan dado en adopción o que haya fallecido. Simplemente no lo sabemos».

Rosenkranz ha sido fundamental en el desarrollo del Einstein Papers Project, una iniciativa del Instituto de Tecnología de California que ha reunido, traducido y publicado miles de documentos del Nobel alemán y que cuenta con el patrocinio de la Universidad de Princeton de Estados Unidos y la Universidad Hebrea de Jerusalén.

Las cartas y los documentos del físico se han convertido en una fuente valiosísima para adentrarnos en su lado humano, para verlo con otra luz, una diferente a la del genio científico.

Y es precisamente su correspondencia la que nos confirma que Lieserl existió.

«¿Está sana? ¿Y llora convenientemente? ¿Cómo son sus ojos? ¿A cuál de nosotros se parece más? ¿Quién le da la leche? ¿Tiene hambre? Debe ser completamente calva. Todavía no la conozco y la quiero tanto», le escribió Einstein, desde Suiza, a Mileva.

Ella había dado a luz lejos de él, en Serbia.

El embarazo

Esos fragmentos de una carta de Einstein los reproduce Walter Isaacson en su magistral biografía Einstein, his life and universe («Einstein, su vida y universo»).

¿Pero por qué Milena abandonó Suiza para dar a luz en la casa de sus padres?

Para responder esa pregunta hay que trasladarse no sólo a la época, sino al hogar materno del joven Einstein.

«Su madre se opuso rotundamente a que se uniera a Mileva», le cuenta a BBC Mundo Hanoch Gutfreund, coautor del libro recientemente publicado: Einstein on Einstein: Autobiographical and Scientific Reflections (Einstein sobre Einstein: reflexiones autobiográficas y científicas).

Consideraba que con ella su hijo arruinaría su futuro.

«Incluso le advirtió que si quedaba embarazada iba a ser un desastre. En esos días, un embarazo antes del matrimonio era un escándalo gigante«.

Lo cierto es que los dos estaban muy enamorados.

Se cree que la relación comenzó cuando él tenía 19 años y ella, 23.

Había sido su compañera en el Instituto Politécnico de Zúrich, donde la joven demostró su brillo como física y científica.

«Mi devoción hacia ti»

Sus cartas, indica Isaacson, no sólo reflejan sus sentimientos hacia ella, sino el rechazo de su madre a su intención de hacerla su esposa:

«Mis padres lloran por mí casi como si me hubiera muerto. Una y otra vez se quejan de que yo mismo me he acarreado la desgracia por mi devoción hacia ti. Creen que no eres sana».

Pero siguió su corazón y durante el embarazo, a la distancia, le prometió que sería un buen esposo.

Pocas semanas antes del parto, Einstein se encontraba en Berna, entusiasmado por la posibilidad de conseguir un empleo en la Oficina Federal de la Propiedad Intelectual.

Eso les daría estabilidad en una época en la que ofrecía clases privadas de matemáticas y física. «Una hora de prueba gratis», prometía en un anuncio de periódico.

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