mayo 1, 2024

El martirilogio de la esperanza de los campesinos

Por: Abdiel De León

El miércoles 9 de junio de 1971, Desaparece misteriosamente el sacerdote Diocesano Jesús Héctor Gallego Herrera.

Él, así como Monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador antes de su cobarde asesinato dejó pensamientos proféticos al pueblo Salvadoreño, y en Panamá a los Veragüenses respectivamente.

Hay que conocer una de su más conocida cavilación dicha por Héctor Gallego que pronunció en ese tiempo:

«SI DESAPARESCO NO ME BUSQUEN SIGAN LA LUCHA»

Al Dirigirse al campesinado de Santa Fe, en la provincia de Veraguas, tras agravarse las amenazas, Vaticinó lo que le ocurriría.

Gallego a sido considerado como el primer mártir católico Latinoamericano comprometido con la política social de la Iglesia tras el Concilio Vaticano II y la II Conferencia General del del Episcopado Latinoamericano en Medellín, Colombia.

Eran aquellos tiempos de persecuciones por parte de los gobiernos dictatoriales en América Latina, utilizando las tácticas de los manuales que enseñaban en la Escuela de las Américas, donde señalan a catequistas, seminaristas, y sacerdotes de bases de la Iglesia católica, campesinos, originarios o indígenas, estudiantes, obreros, sindicalistas, artistas, (organizados) como potenciales enemigos, y un peligro para la seguridad nacional.

Era así esa épocas del régimen militar, de facto y tiracránico del general Omar Torrijos Herrera y luego de Manuel Antonio Noriega y su camarilla, donde se perseguió, detuvo, desterraron, torturaron, asesinaron o ajusticiaron y desaparecieron forzosamente a muchos opositores, etapa de la vida histórica de Panamá.

PARTE DE LA CRONOLOGÍA OCURRIDA AL RELIGIOSO CRISTIANO JESÚS HÉCTOR GALLEGO HERRERA

«Santa Fe de la provincia de Veraguas, es una región localizada a unos 306.1 Km. de Ciudad de Panamá».

Él era un joven de 27 años de edad cundo llega por primera vez al país como Seminarista con el reverendo Pablo Bueter en el año de 1966, luego se interna en la vida de los veragüenses el domingo de carnaval 5 de febrero de 1967 donde vive la dura situación de los campesinos y originarios indígenas de esos bastos lugares.

«La región donde se encontraba la parroquia de Santa Fe era de muy difícil acceso y a la vez subdesarrollada. Había pocas familias ricas unidas por lazos de parentesco que desarrollan ampliamente su economía en esta zona. Esto provocaba un caciquismo existente desde la época colonial. Por lo tanto los indígenas y campesinos eran totalmente sometidos y explotados casi esclavizados a favor de los intereses personales de los poderosos.

Los pobladores tenían como base de vida ser hombres y mujeres humildes: analfabetas, bajo la pobres extrema o de precaria condiciones; vivían lejos de la localidad principal, Santiago, era una población aproximada de más de 8,000 personas, donde no existía la presencia de sacerdotes.

Frente a esas condiciones es que el Padre Héctor organizó un programa de evangelización de la fe a los que sólo asistieran a sus congregaciones donde sólo fueron los campesinos pobres, ya que los caciques por el contrario no querían comprometerse a nada que les exigiera un cambio de conducta.

Por este motivo, el nuevo párroco se dedicó a aquellos que respondieron a su llamado.

Con estas personas caminó largas distancias, trabajó en su entorno en los campos, durmió en sus chozas, compartió sus preocupaciones y así llegó a ser como uno de ellos, sintiendo sus dolores y penurias.

Les anunció la Buena Nueva y les hizo entender que tenían la dignidad de ser hijos de Dios Padre. La injusticia y la explotación no eran la voluntad de Dios. Cristo les pedía su colaboración para construir un mundo mejor por medios pacíficos.

( Ya, el sacerdote había llevado su proyecto, el trabajo de Gallego en los campos de Veraguas estaba en marcha dentro de un plan elaborado denominado «Plan Veraguas», inspirado en un Catolicismo Progresista y en base a la Teología de la Liberación, que promulgaba por un crecimiento no solo espiritual, sino humano, económico y político.

El proyecto para Veraguas consistía en crear las condiciones para romper los círculos viciosos del atraso. Este Plan fue elaborado por el reverendo Ricardo Seidel, con apoyo del Obispo de la provincia y apoyado por Monseñor.

La vida política en Panamá era altamente inestable, entonces se registra el «Golpe militar» el 11 de octubre de 1968, apartir de esa situación las relaciones entre la usurpación del poder con el gobierno de facto y la Iglesia Católica no eran las mejores, las relaciones eran muy tensas, y algunos sacerdotes, entre ellos Carlos Pérez Herrera, fueron encarcelados por su participación en los movimientos sociales. Tomás Alberto Clavel Méndez, entonces Arzobispo de Panamá, atacó fuertemente al nuevo régimen; algunos sacerdotes se sumaron a la protesta. Posteriormente Monseñor Martín Legarra asumió el Obispado de Veraguas a inicios de abril de 1969; para ese entonces la vida de la población santafereña antes de la llegada del padre Héctor Gallego no había cambiado mucho desde los tiempos del colonialismo español y épocas colombo-granadino, cuando se instalaron allí un grupo de familias influyentes (los Castrellón, los Hernández, los Palacio, los Ruíz, los Ábrego o los Vernaza – Herrera), estos últimos, emparentados con el entonces jefe de gobierno, estos clanes que llegaron a adquirir el control de las tierras y del comercio local.

Después del golpe militar, las comunidades campesinas comenzaron a vivir un período de terror ya que muchos de estos hacendados estaban aliados con funcionarios gubernamentales que despojaron de tierras a las comunidades campesinas y fortalecieron los modos de explotación de los jornaleros que trabajaban dentro de sus «propiedades». Aparte a ello, lo que producian los campesinos en las tierras comunales eran acumuladas por los terratenientes, quienes les compraban los productos a precios muy bajos e irrisorios para que en épocas de baja producción vendérselas a precios sumamente excesivos ).

En 1968 se implantó por fin un sindicato al cual muchos se inscribieron. Los caciques seriamente perjudicados con esto, culparon del asunto al sacerdote extranjero.

(La Cooperativa ‘La Esperanza’ de los Campesinos fue una iniciativa que les propuso al campesinado el padre Héctor Gallego en el área de Santa Fe de Veraguas, con la explicación de romper las cadenas, «iniciando sólo con 5 cetecismos, y comprando 5 caramelos», así ahorrar sus ganancias y comprar con eso algunos productos más, con ese concepto poder hacerle frente al monopolio de tiendas que controlaban la casta poderosa de la comunidad»).

Sus primeras tiendas empezaron a funcionar a partir del jueves 10 de julio de 1969. Al principio, los comercios, pequeños, solo vendían tres productos: jabón, fósforos y sal. Así poco a poco fueron creciendo).

En junio de 1969 empezaron los ataques, intentaron atropellarlo con un automovil, además algunos aldeanos le propinaron una paliza en el mes de junio, también en diciembre del mismo año lo arrestaron.

No obstante fue puesto en libertad porque se comprobó que todas las acusaciones eran infundadas y calumniosas.

Los servicios de seguridad de la dictadura (G-2) arrestaron nuevamente al sacerdote y con la asistencia de Mons. Marcos Gregorio Mcgrath, pudo librarse de la infame acción.

Durante la procesión de San Pedro, el lunes 29 de junio de 1970, el párroco ya había concienciado a los campesinos sobre la forma de celebrar ese día como un día santo y no con alcohol ni las costumbres fiesteras a las que estaban acostumbrados. Esto no fue del agrado de los terratenientes por lo que arremetieron contra Gallego golpeándolo y destruyendo parte del rancho donde él vivía; la estatua para la procesión fue arrebatada.

El día jueves 2 de julio de 1970, uno de los terratenientes que se consideraba afectado por la organización que Gallego había impulsado en la comunidad campesina, acusó al mismo de ser el responsable de haber quemado una planta eléctrica que él había prestado durante la campaña política de 1968.

El incidente fue muy comentado en todo Veraguas, forzando a la Conferencia Episcopal, emitir un pronunciamiento público el jueves 16 de julio de ese mismo año.

A principios de 1971 el padre Gallego fue a pasar vacaciones en su ciudad natal de Salgar, Antioquia, en Colombia y pronto se corrió la voz de que no podría volver a su parroquia.

El obispo Martín Legarra arregló este asunto con el entonces gobernante de Panamá, Omar Efraín Torrijos Herrera, emparentado con algunos caciques de Santa Fe.

El religioso logra regresar pese a las advertencias, vuelve a la región asignada.

«Me pueden sacar del país, pero si me sacan, yo entro a Panamá de nuevo por la vía ilegal”: Héctor Gallego.

Después durante el mes de marzo de 1971, Gallego se desempeñaba como vocero de los campesinos de Santa Fe en los encuentros con el gobierno para discutir el plan de desarrollo para esas comunidades.

El sacerdote se reunía con los campesinos, escuchaba sus puntos de vista y portaba las peticiones a las autoridades gubernamentales.

En ese sentido, el religioso evangelizador insiste una vez más y se reune con el jefe de Estado, el martes 30 de marzo.

Gallego continúa su andar organizador y evangelizador en casi todas las áreas distantes e inaccesibles.

‘Con el tiempo, Héctor ganó muchos amigos, pero sobre todo enemigos. En mayo de 1971, Saul Ruíz, otro terrateniente, intentó apoderarse del terreno ocupado por la casa de Juana González, una campesina. Tanto el padre como los demás campesinos se opusieron a esta arbitraria acción’.

Para el crepusculo del domingo 23 de mayo de 1971 elementos de la policía militar del régimen en complicidad con los terratenientes, le prendieron fuego al rancho de Gallego, obligándolo a buscar refugio en la casa de una familia del lugar.

Éste y otros incidentes intimidatorios hicieron que Gallego presintiera de algún acto violento contra él, ya estaba planteando por los sicarios de la dictadura una conspiración.

Por eso, les comunicó a los lugareños y miembros de la cooperativa «Esperanza de los Campesinos» que si algo le sucedía, ellos deberían de continuar luchando por sus derechos de vida.

«Ustedes saben que ya me están persiguiendo y en cualquier momento me pueden hacer alguna cosa. Ustedes son responsables de llevar a cabo el programa de Evangelización que encausará la liberación de los hombres de este mundo y en especial en Santa Fe. Es por esto que les digo, que si desaparezco no me busquen sino que sigan la lucha, por que lo importante es la salvación de todos los hombres de la explotación y esclavitud ocasionada por los explotadores y por esto hay que morir si es necesario. Este es el compromiso último de un cristiano.».

Palabras de Héctor Gallego a los campesinos de Santa Fe de Veraguas.

El martes 1 de junio de 1971 el sacerdote Gallego hizo un nuevo intento para obtener una entrevista con el jefe del Estado Mayor, con el propósito de presentarle las principales peticiones de los dirigentes campesinos sobre el plan de desarrollo para el campo.

Infructuosamente su gestión no logró materializar su proyecto.

Entonces durante los 3 días siguientes, Héctor estuvo en la ciudad capital participando en un curso sacerdotal. Su estancia fue aprovechada por la emisora católica Radio Hogar para realizarle una importante entrevista.

En la entrevista concedida para el viernes 4 de junio de 1971, Gallego arremete contra los grandes comerciantes y terratenientes de la región y señala que la orientación del movimiento social y político que se estaba gestando en Santa Fe tenía que irradiarse a todo el país. Sus declaraciones alarmaron enormemente a los dirigentes de la dictadura, quienes giraron instrucciones para desmembrar la incipiente cooperativa.

El lunes 7 de junio de 1971, cerca de las 10 de la mañana, los señores Eugenio Nelson Magallón Romero y Melbourne Costantino Walter Nevans, miembros de la «inteligencia» militar llegaron a la tienda de la Cooperativa indagando sobre el Padre Gallego. Bajaron a «El Carmen» donde Gallego estaba trabajando en la Casa Comunal y hablaron con él.

Mientras tanto, entónces se decide había un acción radical contra el líder sacerdote, ya la acción estaba en proceso, y se llamaba la operación » El Mameyazo «.

El Plan contra Héctor Gallego fue secuestralo en la oscura de la noche del miércoles 9 de junio de 1971, en la comunidad campesina veragüense de Santa Fe, según algunas versiones fue asesinado aquella misma noche.

Héctor Gallego y Jacinto Peña, persona que le había dado alojamiento tras el incendio de su rancho un mes antes, se acostaron a eso de las 10 de la noche tras haber cenado. Una hora más tarde, tres sujetos aparecieron en un Jeep, capota blanca, color verde, Toyota Land Cruiser, de una flota que había adquirido el IFE (MIDA), con Placa CJ-7, afuera de la casa de Jacinto Peña, lo buscan y llamaron para supuestamente hablar con el religioso. Los agentes, al parecer eran del grupo ‘Macho de monte’ (que también hacía parte de las fuerzas armadas), después de una corta conversación se lo llevaron, a golpes lo suben al vehículo.

El drama final se suscitó en el trayecto a Santiago, ya que forzarlo a subir al vehículo lo hicieron con tal brutalidad que se golpeó un costado a ser lanzado contra el carro, por lo cual se partió una costilla, la cual le perforó el pulmón izquierdo. Esto, indudablemente, le provocó una hemorragia.

«A ello se sumó la terrible golpiza que le propinaron en un lugar, lo que le ocasionó la fractura del cráneo hasta dejarlo inconsciente y medio muerto. Edilma, su hermana asegura que Noriega le reveló que al conocer de este suceso el general Torrijos ordenó traerlo a la capital, pero ya era tarde; Gallego estaba casi muerto, por lo que se ordenó darle un tiro de gracia para evitar mayor sufrimiento».
(Extracto de una entrevista conferida a su hermana luego de hablar con Manuel Antonio Noriega, a la periodista Julia Elena Alviar).

( «Al principio de su rapto, el joven sacerdote es conducido a la cocina del Instituto Nacional de Agricultura (INA), en la provincia de Herrera.

—Quítenle el crucifijo, ordenó uno de sus captores, luego de que el sacerdote fue puesto en una silla», luego fue conducido a la ciudad capital de Panamá, según se señaló– ).

El hecho se presentó cuando empezaba a escribirse el martirologio de la Iglesia latinoamericana, entre los caídos de la primera hora, a sus 33 años, Héctor Gallego fue pionero sin pretenderlo.

Desde ese momento hubo movilizaciones para que lo devolvieran, La comunidad creyó que había sido retenido y por eso se organizó una manifestación en Santiago para pedir su libertad pero al llegar a los calabozos, Héctor Gallego Herrera no estaba en el cuartel, fueron en vano.

MUCHOS AÑOS DESPUÉS

Una noticias estremeció la conciencia de muchos panameños al enterarse sobre el posible paradero de los restos humanos del sacerdote Héctor Gallego, el miércoles 22 de septiembre de 1999, se inició una excavación dentro de las instalaciones del antiguo cuartel militar de Los Pumas de la antigua Guardia Nacional y que posteriormente se denominó Fuerzas de Defensa de Panamá, donde se encontró una osamenta.

Un informante exmilitar miembro de la institución castrense señaló algunos lugares en el Cuartel de Tocumen. Seis cuerpos se encontraron sepultados en fosas clandestinas, a tres se les identificó con algunas pruebas de ADN: Héctor Gallego, Heliodoro Portugal, Andrés Fistonich y el adolescente de 16 años Ever Quintanar, inicialmente se pensó que el primero recuperado en las exhumaciones se trataba de Gallego,

Inicia entonces una investigación sobre esos hallazgos, poco después se incluyeron numerosas pruebas de ADN con la finalidad de confirmar la pertenencia en vida de los restos humanos de ese y otros puntos del país.

TESTIMONIOS

Más de una docena de testigos afirman que desde las 8:30 de la noche del 9 de junio de 1971, un Jeep Toyota Land Cruiser color verde, con la capota blanca, recorrió las comunidades que van desde San Francisco hasta el Carmen (10:30 p.m.) y Santa Fe (12:10 a.m.). En el vehículo, al parecer, viajaban tres hombres, eran sus verdugos.

Desde ese momento los campesinos lo buscaron incansablemente por años, sin saber donde se encontraba su personalidad.

Unos testigos hablan que la promoción de 1971 del INA estaban en la cocina, haciendo ‘bicherías’ cuando llevaron al sacerdote. Dos fallecieron ese año, de forma misteriosa. El otro, en la década del 80 presentó un ensayo para un concurso latinoamericano, convocado en Panamá por el Centro de Capacitación Social (CCS), donde se editaba la revista Diálogo Social. Allí se narró lo acontecido con la operación militar, la historia de la llegada de Héctor Gallego al INA y la muerte misteriosa de dos estudiantes de dicho colegio. Nunca se supo de este ensayo ni se conoció quién fue el ganador. Tampoco su autor indagó sobre el resultado. Otras muertes misteriosas, causadas supuestamente por envenenamiento, también tuvieron lugar.

El 14 de julio de 1971, se lee una escueta noticia sobre ‘el suicidio’, acaecido el 13 de julio de 1971, del ingeniero Álvaro González Guzmán, director interino de la región 6 del Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG, hoy MIDA), en la contraportada del diario oficialista Crítica : ‘…que la familia del ing. González, su esposa y cuatro niños serán amparados por el Gobierno…’ Curiosamente, no hay firma…

TRAS LA REALIDAD MANIFIESTA

Había pasado mucho tiempo luego del suplicio, entonces se crea el Comité de Familiares de desaparecidos de Panamá Héctor Gallego (COFADEPA-HG), miembro de la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos – Desaparecidos (FEDEFAM), quienes organizadamente han insistido en que el 9 de junio de todos los años sea señalado o establecido por ley como el día nacional de los desaparecidos en Panamá, en memoria de más de 115 personas víctimas mortales de la violencia institucionalizada por el estado, incluyendo al mártir de Santa Fe de Veraguas.

En una entrevista transmitida por una televisoras nacional a una de sus hermanas divulgó que obtuvo un encuentro con el reo de la cárcel «El RENACER» ( Antiguo cárcel de Gamboa ), un encuentro con el que fuera General Manuel Antonio Noriega. En su reunión facilitada por una periodista logró solicitar la verdad de lo ocurrido, Noriega le manifestó entre muchas cosas que el secuestro efectivamente fue planificado por los altos mandos de la Guardia Nacional, y además le explicó que tenían el interes de deportar a Colombia al sacerdote Héctor Gallego, pero en su retención forzada se les pasó la mano a los militares y lo hirieron hasta dejarlo inconsciente con un trauma en el craneo; su muerte fue producto de un tiro de gracia en la cabeza le manifestó Noriega.

La información no fue completa pero dejó al descubierto las atroces actuaciones en la que estaban acostumbrados muchos de los miembros de G.N. en Panamá.

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