abril 25, 2024

La increíble historia de la falsa Mona Lisa (y por qué si no es auténtica vale cientos de miles de dólares)

La Mona Lisa, el cuadro de Leonardo da Vinci que se exhibe en el Louvre de París, ha sido copiada muchas veces.

La más famosa de esas copias es la Mona Lisa de Hekking, que recibe su nombre de quien fuera su dueño, el anticuario Raymond Hekking (1886-1977).

Esta obra sale a subasta en la sede de Christie’s en París del 11 al 18 de junio y se espera, en un cálculo conservador, que se venda por entre 200.000 y 300.000 euros (US$240.000-US$365.000).

Pero la suma será probablemente mucho mayor.

Ventas previas de copias similares a la Mona Lisa del siglo XVII han superado el millón de dólares, como ocurrió con una versión que se vendió en Nueva York en marzo de 2019 por US$1.695.000.

Ese mismo año, otra versión alcanzó más de US$670.000 y una tercera casi US$200.000.

Era el 500º aniversario de la muerte de Leonardo, y se conmemoró con varias exhibiciones de prestigio, por lo que se puede decir que el mercado para su obra estaba en un momento álgido.

Sin embargo, la Mona Lisa, ya sea el cuadro original o las múltiples copias, siempre está asociada con dinero. Sin importar el momento.

Y de sus múltiples versiones, pocas tienen una historia más fascinante que la de Hekking.

Su trayectoria ofrece una brillante visión de las actitudes cambiantes a lo largo de los siglos hacia el valor que se le da a la originalidad frente a la imitación.

¿Lo auténtico?

Ninguna de las obras de Leonardo es más deseada que la Mona Lisa, que se convirtió en sujeto del robo de arte más tristemente célebre del siglo XX: el agosto de 1911, el empleado del Louvre Vincenzo Perugia la sustrajo de su sitio de exhibición.

El cuadro estuvo perdido dos años antes de ser recuperado en Florencia y devuelto al Louvre en 1913 después de una triunfante gira por museos italianos.

El hurto fue noticia en los periódicos de todo el mundo y contribuyó grandemente a la fama de la pintura.

En enero de 1963, en medio de una enorme atención internacional, la Mona Lisa viajó a Estados Unidos y fue exhibida con gran éxito en Washington DC y Nueva York.

En medio de este frenesí, el anticuario Raymond Hekking alegó que la Mona Lisa que el Louvre iba a enviar a Estados Unidos no era la original, la verdadera Mona Lisa era la que tenía él.

Hekking adquirió su versión a finales de la década de los 50 de un marchante de arte en Niza, Francia, por unos US$5.

El anticuario defendió que el cuadro devuelto al Louvre en 1913 era solo otra copia contemporánea de la Mona Lisa.

Hekking resultó ser un excelente comunicador y orquestó una sorprendentemente llamativa campaña mediática para que su Mona Lisa fuera reconocida como «LA» Mona Lisa.

Invitó a los medios a escudriñar su copia e incluso produjo una película para sustentar su afirmación.

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