abril 30, 2024

Desaparición de dirigentes obreros en tiempos militares

HOY EN LA HISTORIA

Por: Abdiel De León

16 de junio de 1969 desaparecieron en Barú (provincia panameña de Chiriquí) los jóvenes obreros indígenas Ignacio Salinas de unos (34 años) de edad, Alberto Morales con sólo (19 años) y Rubén Morales (20 años), todos afiliados al sindicato de las bananeras, además también detienen en David, Chiriquí, al dirigente sindical obrero, del pueblo originario ngäbe de las fincas bananeras antes mencionadas, Tomás Palacio Salinas, según observadores fue trasladado a la Cárcel Modelo (ciudad de Panamá), lugar donde fue visto por última vez en 1975 por un familiar recluido allí. De la misma forma desaparecido.

Palacios Salinas, era oriundo de la región montañosa del Distrito de Tolé (oriente de Chiriquí), pero llegó a vivir en Progreso, Distrito de Barú, occidente de esa provincia, en la región bananera.

El Sindicalista fue muy perseguido tanto por la compañía bananera, como por los gobiernos de turno, por sus luchas contra las injusticias que se registraban contra la población indígena en particular y contra los obreros bananeros en general.
(ver reportaje publicado en el diario El Siglo, el 11 de enero de 1999).

ASÍ OCURRIÓ SU SECUESTRO Y DESAPARICIÓN

El día 16 de junio de 1969, Luis Carrera, compañero de luchas y amigo de Tomás, se encontraba visitándolo en Colorado, Progreso, en el kilómetro 32.

Cuando Nata, la esposa de Palacios Salinas y Carrera, se encontraban cosechando arroz, mientras Palacios estaba en su casa cocinando unos huevos con habichuelas. Al terminar, es cuando de pronto Tomás se acerca al arrozal diciéndoles a ambos ( Luis y a Nata ): «Voy a hacer una diligencia. Creo que yo regreso el miércoles o el domingo», lo cual les pareció muy extraño. Desde aquella ocasión, Luis Carrera no lo volvió a ver más. Nata fue hasta la línea del ferrocarril, para ver con quién se iba su esposo. Pero no logró verlo. Allá le dijeron que Tomás se había ido en compañía de otro indígena «amigo de él». Después, otros indígenas que lo conocían les comentó que Tomás estaba preso. Que después de haberlo visto leyendo un periódico en el parque Cervantes, de la ciudad de David, dos guardias lo hicieron prisionero y se lo llevaron para el cuartel que estaba bajo el mando del entonces mayor Manuel Antonio Noriega.

Palacios estuvo cuatro meses incomunicado en el cuartel de David, donde no permitían que su esposa ni nadie lo visitara. De allí lo pasaron para Panamá, a la Cárcel Modelo.

Entonces, según Carrera, un pariente suyo de nombre Ceferino Stalin, quien estuvo detenido en La Modelo en 1970 vio un día que dos guardias llevaban a Tomás «encadenado y moñón», por un pasillo. Ya tenía más del año de estar allí. Lo condujeron hacia otra galería a través de un portón y no lo volvió a ver jamás.

Pasado el tiempo, Siendo Secretario de Actas del Sindicato de Fincas Independientes, en la Provincia de Bocas del Toro, Luis Carrera aprovechó una visita que el general Omar Torrijos hizo a la Finca 13, en Changuinola, él le reclamó al gobernante, sobre su compañero. Torrijos, con gran frialdad le respondió: «Hemos perdido a un gran líder».

En aquella ocasión, «Omar» le preguntó a Carrera por Vicente Palacios, hermano de Tomás, supuestamente, para darle un «puesto». Carrera pensó que podía ser un puesto en el cementerio, por lo que, aunque sabía dónde se encontraba Vicente, le respondió al General que no sabía, pues tenía temor de que lo hicieran prisionero de la misma forma y lo desaparecieran.

Después de tanto años se especula que probablemente, los restos de Tomás Palacios Salinas estén en el patio del cuartel militar de la entonces compañía Aerotransportada de Los Pumas, en Tocumen, donde se descubrió un cementerio clandestino con los restos de varias osamentas humanas.

QUIENES LO CONOCIERON SABE DE SU CONVICCIÓN

Según el ya fallecido Calos Iván Zúñiga, quien fungió como abogado del sindicato bananero, en un escrito devela historias de Tomas Palacios Salinas poco conocidas, durante la gran huelga bananera de 1960.

«El 13 de octubre de 1960 la zona bananera del distrito de Barú sacudió el apacible transcurrir provinciano al declarar los trabajadores de la Chiriquí Land Company una huelga sin precedentes en la historia del movimiento obrero. Y digo sin precedentes porque aquel sacudimiento social comprometió de alguna manera a toda la población del distrito baruense. El comité de huelga no solo lo integraban trabajadores de la empresa sino, además, algunos representantes civiles pobladores del área.

Las ollas comunes diseminadas en la zona en conflicto para dar alimento a la población fueron destruidas y los huelguistas se replegaron a sus centros de trabajo. El atropello provocó reacciones de violencia en algunos sectores vinculados a la empresa.

El 18 de octubre una manifestación de trabajadores que se dirigía a Corredor fue atacada a bala y murió el obrero Dionisio Arrocha. En el suelo, ya moribundo, Arrocha dio la consigna a sus compañeros: «¡Sé que voy a morir, pero sigan adelante!».

La primera medida legalista fue reordenar el comité de huelga y se integró con trabajadores exclusivamente de la empresa. El que actuaba originalmente como presidente, un dirigente social, Rodolfo Aguilar Delgado, declinó gustosamente. Aguilar fue asesinado unos años después por la Guardia Nacional (responsabilizandole su fallecimiento a Torrijos, encargado de esa zona 1962).

En representación de la gran población indígena actuaban, entre otros, los hermanos Palacios Salinas. Tomás, que no era empleado de la empresa, se fue a la retaguardia sin disminuir su dinámica solidaria donde se destacó».

Este dirigente fue asesinado y desaparecido igualmente por la Guardia Nacional nueve años más tarde en 1969″.

De igual forma bajo la responsabilidad de Torrijos reprimió a los indígenas Ngäbe y Bugles durante esos años de los 60′, cuando se dio el movimiento político religioso de «Mama-Tata.

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