mayo 2, 2024

Coronavirus en EE.UU.: la remota fábrica de carne de cerdo que se convirtió en el mayor foco de covid-19 en el país

Tomado BBC

En una fábrica de carne de cerdo en Dakota del Sur, Estados Unidos, el brote de coronavirus se propagó a la velocidad de un incendio forestal, un hecho que genera dudas sobre lo que hizo la empresa para proteger a los trabajadores.

Pero, ¿cómo un foco de covid-19, en uno de los estados menos densamente poblados de EE.UU., se convirtió en el más importante de la primera economía mundial?

La tarde del 25 de marzo, Julia se sentó con su laptop e inició sesión en una cuenta de Facebook falsa.

La había abierto en la escuela secundaria, con el objetivo de seguir los pasos, a escondidas, a los chicos de los que estaba enamorada.

Pero esta vez, después de muchos años, la abría de nuevo para cumplir un propósito mucho más serio.

«¿Por favor pueden investigar a Smithfield?», le escribió a una cuenta llamada Argus911, la línea anónima de pistas en Facebook del periódico local, el Argus Leader.

«Tienen un caso positivo (de covid-19) y planean seguir abiertos».

Con «Smithfield» se refería a la planta procesadora de carne de cerdo, Smithfield Foods, ubicada en la ciudad de Sioux Falls, en Dakota del Sur.

La fábrica, una enorme estructura blanca de ocho pisos ubicada a orillas del río Big Sioux, es la novena procesadora de carne de cerdo más grande de Estados Unidos.

Uno de los mayores empleadores de la ciudad

Cuando funciona a plena capacidad, es capaz de procesar hasta 19.500 cerdos recién sacrificados por día, cortándolos, moliéndolos y convirtiéndolos en millones de kilos de tocino, salchichas para perros calientes y jamones finamente cortados.

Con 3.700 trabajadores, también es el cuarto mayor empleador de la ciudad.

«Gracias por el indicio», respondió la cuenta Argus911, «¿qué trabajo tenía el empleado que dio positivo?».

«No estamos exactamente seguros», le contestó Julia.

«Bien, gracias», se despidió Argus911. «Estaremos en contacto».

A las 7:35 am de la mañana siguiente, el Argus Leader publicó un artículo en su sitio web con el título «Un empleado de Smithfield Foods da positivo por coronavirus«.

El reportero confirmó con un portavoz de la compañía que, efectivamente, un empleado había dado positivo a la prueba de covid-19 y estaba cumpliendo una cuarentena de 14 días.

Su área de trabajo y otros espacios comunes habían sido «completamente desinfectados».

Pero la planta, considerada por el gobierno de Trump como parte de la «industria crítica» estadounidense, seguiría en pleno funcionamiento.

«La comida es una parte esencial de nuestras vidas, y nuestros más de 40.000 trabajadores en EE.UU. así como miles de pequeños agricultores estadounidenses y nuestros muchos otros socios de la cadena de suministro son una parte crucial de la respuesta de nuestra nación al covid-19″, dijo Kenneth Sullivan, director de Smithfield, en un video publicado el 19 de marzo justificando la decisión de mantener la fábrica abierta.

«Estamos tomando las máximas precauciones para garantizar la salud y el bienestar de nuestros empleados y consumidores», agregó.

Sin embargo, Julia estaba alarmada.

Mis padres no saben inglés. No pueden defenderse por sí mismos»

«Hay rumores de que hubo casos incluso antes de eso», dijo. «Escuché de personas que fueron hospitalizadas, de Smithfield específicamente. Esto solo se sabe de boca en boca».

Julia no trabaja en la fábrica. Es una estudiante de unos 20 años, atrapada en su casa luego de que su universidad cerrara a causa de la pandemia de covid-19.

Sus padres, dos empleados de Smithfield, con quienes mantiene una relación muy cercana, le contaron lo que estaba pasando en la fábrica aquel día.

Ella es solamente una de los llamados «Hijos de Smithfield», descendientes de inmigrantes de primera generación y cuyos padres son empleados de la fábrica, que se han encargado de manifestarse acerca del brote.

«Mis padres no saben inglés. No pueden defenderse por sí mismos», dijo Julia. «Alguien tiene que hablar por ellos«.

Su familia, como muchas en Sioux Falls, hizo todo lo posible para evitar un contagio. Los padres de Julia usaron todas las vacaciones que les quedaban para quedarse en casa.

Después del trabajo, se quitaban los zapatos afuera e iban directamente a la ducha. Julia les compró cintas de tela para la cabeza, que utilizaban para taparse la boca y la nariz mientras trabajaban.

Para Julia, alertar a los medios fue solo un paso lógico para tratar de mantenerlos en buena salud, al crear presión pública para cerrar la planta y lograr que sus padres se quedaran en casa.

El primer foco en Estados Unidos

Pero fue tan solo el comienzo de casi tres semanas de ansiedad durante las cuales sus padres continuaban asistiendo a una fábrica que sabían que podía estar contaminada y a empleos que no podían permitirse perder.

Estaban uno al lado del otro a menos de 30 centímetros de distancia de sus colegas. Entraban y salían de vestuarios, pasillos y cafeterías llenas de gente.

Durante ese tiempo, el número de casos confirmados de empleados en Smithfield aumentó lentamente, de 80 a 190 y luego a 238.

Para el 15 de abril, cuando Smithfield finalmente cerró bajo la presión de la gobernación de Dakota del Sur, la planta se había convertido en el foco número uno en Estados Unidos, con 644 casos confirmados entre empleados de Smithfield y personas contagiadas por ellas.

En total, las infecciones relacionadas con Smithfield representan el 55% de la carga en el estado, que ha superado con creces a sus estados vecinos mucho más poblados, si se toman las cifras per cápita.

Según el New York Times, el número de casos originados en Smithfield Foods ha superado incluso los registrados en el barco naval USS Theodore Roosevelt y la cárcel de Cook County en Chicago.

Estas cifras fueron publicadas un día después de que muriera el primer empleado de Smithfield en un hospital local.

«Allí agarró el virus. Antes estaba muy sano», le dijo en español su esposa, Angelita, a la BBC.

«Mi esposo no será el único en morir», concluyó.

La planta de procesamiento de carne de cerdo Smithfield, ubicada en un estado liderado por un republicano y uno de los cinco que no ha implementado ninguna medida de cuarentena obligatoria, se ha convertido en un microcosmos que ilustra las disparidades socioeconómicas que la pandemia mundial dejó al descubierto.

Mientras que muchos profesionales en todo el país están trabajando desde casa, los empleados de la industria alimentaria, como los de Smithfield, se consideran «esenciales» y deben permanecer en la primera línea de batalla.

Trabajos hechos por afroamericanos y latinos, en su mayoría

«Los empleos para trabajadores esenciales tienen salarios más bajos que el promedio en Estados Unidos, en algunos casos por márgenes significativos. Es el caso por ejemplo de ayudantes de sanidad y cajeros, dos puestos absolutamente esenciales en la primera línea, tienen que presentarse físicamente en sus trabajo», explica Adie Tomer del Instituto Brookings.

Tomer resalta que en estos sectores la población es mayormente afroestadounidense o hispana.

La fuerza laboral en Smithfield está compuesta principalmente por inmigrantes y refugiados de países como Myanmar, Etiopía, Nepal, Congo y El Salvador.

Hay 80 idiomas diferentes que se hablan en la planta. Las estimaciones del salario promedio oscilan entre US$14 y US$16 por hora.

Estas horas son largas: se trata de un trabajo agotador, que requiere estar parado en una línea de producción, frecuentemente a menos de 30 centímetros de distancia de tus compañeros de trabajo.

La BBC habló con media docena de empleados, antiguos y actuales, de Smithfield que dicen que si bien tenían miedo de seguir trabajando, no estaban en la capacidad de elegir entre resguardar el empleo o su salud.

«Tengo muchas facturas. Mi bebé llegará pronto, tengo que trabajar«, aseguró un empleado de 25 años cuya esposa está embarazada de ocho meses.

«Si (la prueba) me sale positiva, me preocupa mucho no poder ayudar a mi esposa».

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